UNA ANÉCDOTA que pudo ser
peligrosa.
Hace años que conozco Losar de la
Vera, preciosa ciudad donde los setos son arte (ver fotos abajo), y como hace
tiempo, volvimos a comer al restaurante más conocido: el "Carlos
V", todavía recordábamos las CRIADILLAS DE TIERRA, el cabrito al
horno o los QUESOS DE EL CASAR..
En esta ocasión comenzamos por la
nueva cerveza "Legado de
Yuste", sólo la conocíamos por Internet, es decir, por su página
web
y lógicamente nuestra curiosidad nos obligó a probarla: como la
página, matrícula de honor a la cerveza. -Después, la simpática Tania (arriba en
la foto junto a Laura, también muy agradable), nos atendía y tras colocar las exquisitas viandas... comenzó el suplicio:
Este caballero de la foto,
uno de los muchos emigrantes que hay en Losar y vuelven en agosto a su
tierra, al parecer, pidió para cenar un plato de carne "a la
PIEDRA", o sea: esas piedras que ponen ardiendo para que el cliente
la ponga a su gusto en el comedor, mientras MOLESTA a las mesas de
alrededor con una humareda que si los americanos la olfatearan, la
prohibirían como si se tratara de tabaco, nicotina y todo lo que se le
parece. El caso es que esto de la piedra se puso de moda hace unos
años... y ahora lo teníamos en este restaurante de Losar de la Vera.
-El desmañado cliente, al que en mi pueblo llamarían cariñosamente
zopenco y en Andalucía, torpón, no sólo se conformó con ahumar la
sala con las carnes, además se le ocurrió quemar unas guindillas
picantes de La Vera ...
Cuando el humo de las
guindillas se fue apoderando de la atmósfera del comedor, los que
estábamos cenando en un ambiente tranquilo, casi familiar comenzamos a
TOSER sin tregua y ese acogedor comedor se transformó por unos largos
minutos en una especie de hospital para enfermos del tórax que no cesaban
de toser. Incluso las camareras y personal del restaurante tosían como
enfermos griposos cuando abrían todas las ventanas y puertas del local.
Todavía me pica la
garganta y me escuecen los labios cuando lo recuerdo. Al día siguiente
nos reíamos con Laura, Tania, los dueños del Restaurante y por supuesto
con Faustina, la excelente Cocinera del Carlos V, sin embargo esta
anécdota que podría haber resultado peligrosa, nos lleva a la
conclusión de siempre: QUE SE COCINE EN LA COCINA, sobre todo cuando hay
buenos cocineros, y QUE SE DEJEN de MODAS ABSURDAS y continúen los sitios
tradicionales con sus méritos y valores, lo esnob: para los esnobs.
P.D. : Como después nos
escriben amigos de la Zona y menos amigos de otros lugares, todo lo
consumido en el Carlos V, lo hemos pagado (como en todos los sitios a
donde vamos) sin tener invitación absolutamente de nada, es que la
independencia la pagamos nosotros. |