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Ya
se acabó el verano, ¡por fin! Ese verano que muchos ansiaban que llegara
para poder disfrutar de las vacaciones de sol, playa, chiringuito y
barbacoa junto a la familia, los amigos y la pareja, desplazándose por
diversos puntos de la geografía nacional o bien, sin tener que moverse del
lugar en el que residían, pues lo que buscaban allí mismo lo encontraban;
en cambio, los habían que por no coincidir con los
compañeros de trabajo y los vecinos, preferían decir que se marchaban a
algún sitio, con tal de no tener que aguantar al clásico pelota, por jefe;
al pelmazo, por compañero y al cotilla, por vecino y ya no digamos, a las
suegras, ¡pobrecitas ellas! También al camarero o al dueño del bar o de la
cafetería, a donde vas a desayunar o ha tomarte tu caña de cerveza o tu
vasito de vino; al señor de la lotería o al vendedor de la Once que se
pone en una esquina, voceando eso de ¡hoy, le va a tocar! O ¡tengo el
premio, oiga!, al que le acabas comprando por probar suerte, pero ni te
toca ni nada, al final, lo que te toca es el bolsillo y donde no obtienes
ni oficio ni beneficio, pero te agradece y te anima eso sí, a que sigas
contribuyendo a una gran labor social, como es el juego, gastándote un
pastón y algunos, hasta su pensión. Luego, está el quiosquero, que además
de vender periódicos y revistas, en pocos días, ha ampliado el negocio,
convirtiéndose en otra tienda o sucursal de éstas de “Todo a Cien” o “Todo
a Euros”. Le sigue la peluquería, donde vas a cortarte el pelo y el
peluquero te pregunta ¡cómo lo quiere el señor! Como si te fuera a servir
un café: descafeinado, sólo o con leche ¡menuda cara de mala leche, se te
pone! Y el tendero, que cuando vas a comprarle siempre procura que te
vayas bien entero, -no porque consumas en casa leche entera, semi-entera o
desnatada- sino para que le hagas una buena caja y si es en el
supermercado, si ven que llevas el carro poco cargado pareces un agarrado
o un mísero y si lo llevas lleno, un acaudalado o un desahogado. Y por
último, el de la gasolinera, que cuando paras y te suelta eso de ¿lleno?
parece que esté pensando en la botella, medio llena, medio vacía, como si
fueras un anuncio de la Heinneken. |
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Sales de todo ese entorno y
cuando regresas, vuelta a empezar y te encuentras con los clásicos
problemas de la comunidad de vecinos; de la vuelta al cole de los niños y
no tan niños; de los que no se esperan a que cobres -tengas nómina como si
no- y ya te están cargando en tu cuenta del banco los recibos rutinarios o
llamando al timbre del portero o de la casa. Y para colmo, como te gusta
estar bien informado, te enteras de cosas que cabrean y a la vez,
preocupan como por ejemplo, los incendios habidos desde que se inició el
verano, en su mayoría provocados por pirómanos que han querido jugar a ser
bomberos; después, esos políticos y gobernantes que en vez de centrarse en
solucionar los verdaderos problemas de los ciudadanos, los hay que se
dedican a buscar el modo de cómo reinventar la Historia desde la Edad
Media y otros, a ver quién es más urbanista -nada que ver con los
autobuses urbanos ni con los distintos papas Urbanos- a la hora de
llevarse más suelo y ladrillos, ya que éstos últimamente, cotizan muy bien
dentro y fuera de la bolsa. Y si es a lo que acontece en el ámbito
internacional, seguimos una vez más con el penoso asunto de Irak, dónde
aún no ha aparecido ni vivo ni muerto, Sadam Hussein ni tampoco han
aparecido esas armas de destrucción masiva de las que tanto se pregonaban
en la Casa Blanca. Decimos adiós al verano y recibimos al otoño, donde no
sólo se caerán las hojas y llegarán las lluvias sino que también, se irán
viendo y eliminando aquellas asignaturas que quedaron pendientes y que
vendrán repletas de elecciones. |
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