“Pánico en el estanco”

Con las medidas anunciadas por el Ministerio - ¡qué bien, suena esto!- de Sanidad que todo hay que decirlo para no confundirnos, en relación con el consumo y la venta de tabaco -mejor quedaría como cigarros y más fino como cigarrillos-, se está creando una especie de psicosis entre los estanqueros, proveedores, vendedores y fumadores incluso entre los que no lo son porque también en los estancos entran quienes no sólo van a comprar tabaco que con toda esta campaña anunciada y que se quiere cumplir a rajatabla, muchos se preguntan y se preguntarán todavía más, si esto más que prevenir lo que hace es confundir además de provocar un pánico que cuando uno se acerca a un estanco lo que se va a encontrar nada más entrar, es que le esté esperando la muerte y en su lugar, le esté despachando una calavera masculina o femenina de las que aparecían antes en las cajetillas o al contrario, que el comprador o la compradora lo sea, y el que no sea fumador crea estar en una fiesta de estas de Halloween o lo mismo, le venga uno o una por detrás y le diga:

-¡Bienvenido al humotorio!

-¡Y qué coño es eso! Le pregunta. 

-Una sucursal del infierno, ¿es que no lo ve?

Y el señor o la señora, con cara de pasmo pues sale huyendo despavorido.

Lo mismo sucede cuando vas a visitar al médico y este te recomienda que no fume cuando en tus propias narices, a lo mejor,  está fumando y te preguntas a ti mismo, ¡anda, me dice que no fume y él, bien que fuma!

Y si no, imagínese la situación, de una pareja de jóvenes después de echar un polvo:

-Cariño.

-Dime cielo.

-¿Nos echamos un cigarrillo?

-¿Como lo quieres encendido o apagado?

-¡Qué gracioso!

-No, mi vida, es que ahora han hecho una campaña al igual que hicieron con lo del alcohol, ¿sabes?

-Si el alcohol daña el hígado, el tabaco, hace lo mismo con los pulmones.

-Por eso, te he dicho lo de encendido o apagado.

-¡Vaya rollo, jo!

-Pues nada a mirar por nuestra salud y si no podemos dar una calada, entre los dos, nos pasaremos al chupa- chups.

-Eso, eso, una chupada tú y otra yo, ¡qué bien, volvemos a los tiempos de Kojack!

De toda la vida, nuestros abuelos y los que no han sido nuestros abuelos, han fumado, hasta los indios han fumado si no de qué iba a existir la llamada "Pipa de la Paz" por ejemplo, o aquellos que mascaban el tabaco que por cierto, no es sólo una costumbre americana. El cigarro o cigarrillo ha sido siempre y lo sigue siendo para muchos, aquel compañero de estudios, citas y encuentros; de amores y canciones como esta que decía: “Fumando espero al hombre que yo quiero...” la cual, cantaba una tal Sara Montiel, más conocida como la “Saratísima” considerada por algunos como un vestigio del pasado entre tantas que hay, que parecen tener su origen no sabemos si de la Atapuerca del profesor Arsuaga o del célebre museo de cera más famoso del mundo, pero que aun así, siguen conservándose y meneándose en mil sitio a la vez. De actos, celebraciones, bodas y comuniones; de viajes, reuniones, declaraciones y decisiones.

La decisión, al final, debe de ser de cada uno o una, porque como dijo en cierta ocasión, una vez, don Carlos Pumares en uno de sus programas de “Polvo de estrellas” cuando se emitía por aquella inolvidable Antena 3 Radio:

“Morirse sano es una gilipollez, porque siempre se acaba muriendo de algo”.

 

 

 

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