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Siempre que llegan las elecciones, suena la típica campaña, no nos
referimos a aquella que alude a los regadíos y secanos que inundan
nuestros pueblos y ciudades ni tampoco a las que se hacen para prevenir o
curar tal o cual enfermedad, ni mucho menos, para fomentar algo tan bueno
como la comunicación, la lectura, la calidad de nuestros ríos o el ahorro
energético que éste sí, tenía que ser enérgico.
Cuando toca adelantar o disolver las cámaras -no precisamente las
fotográficas-, alguien puede pensar que se trata de descongelar a Federico
y se preguntará alguno:
- ¿Qué Federico? ¿El de casa? o ¿Federico Trillo, el manda huevos?
-No, hombre no, ese es el ministro de la cosa ésta de defensa ni tampoco
es el tío de los fondos Feder que se pasa la vida departiendo con las
coles de Bruselas.
- Ah, sino son estos ¿a quién entonces hay que descongelar?
-Pues, a los políticos que cada cuatro años, hay que sacarlos de la cámara
de donde están, unos en la cámara alta -senadores- y otros en la cámara
baja
-diputados-, por eso conviene ventilarlos.
De haber sido representantes fijos ahora son transeúntes y aquellos que
tenían responsabilidad de gobierno son interinos que no quiere decir, que
sean adivinos: "Si quieres que te vislumbre tu futuro, vótame". Ni
cretinos ni pueblerinos aunque haberlos haylos como las meigas.
Las campañas electorales de antes eran mucho más brillantes no es que
fueran como el arroz, que se pasaba o no, según el reloj, incluso las
pegadas de carteles reflejaban el mejor rostro del candidato /a vestido
con sus mejores galas como si de un actor o actriz se tratara aunque había
quien aprovechaba su sentido del humor y soltaba aquello de:
-¡Mira! "The Wanted" -Se busca- Pero no especificaban si dead or alive
-vivo o muerto-.
Con la pegada de carteles, daba para celebrar hasta una romería; también,
como no, esa megafonía sujeta a la baca de ese coche modelo "Operación
Triunfo" que calle a calle y plaza a plaza, a la vez que te anunciaba su
publicidad tirando sus folletos o papeletas su finalidad no sólo era
convencerte con el mensaje y la voz sino con la música que de fondo
llevaba consigo. Y si es de la propaganda material, las encuentra de todas
las clases desde bolígrafos, camisetas, caramelos de varios sabores,
carteras, como las del tipo "Gescartera" son muy grandes para que quepan
en el bolsillo de la chaqueta o del pantalón; chapas, globos de colores o
mecheros -no sabemos si el modelo "Sole te doy con el mechero"que se
popularizó en un programa de Alfonso Arús- o la popular merienda del
bocata etc… En cuanto a los políticos, mítines como maitines en campos,
plazas de toros y teatros, finalizar con el "Ora pronobis" y después,
reponerse con un buen caldo y una jugosa degustación gastronómica en bares
o restaurantes.
Ahora los tiempos son otros y con esto de las nuevas tecnologías ya apenas
se ensucia para eso están los debates -que no los bates de servicio, no
confundir- algo de agradecer sobre todo, para los que les toca siempre
barrer aunque los buzones siguen recibiendo y tragando por esa boca la
correspondiente misiva propagandística aunque nos la recuerden tanto en la
prensa, radio y televisión como por tierra, mar y aire mediante cuñas o
spot publicitarios y entrevistas a entrevistados -a veces, da la sensación
de que son los entrevistados los que entrevistan al presentador o
periodista- o debate a uno, dos o tres, como si fuera el concurso "Un,
dos, tres, su turno ésta vez". |
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