Hace algunos años, un médico amigo que hoy es además homeópata, me decía que cuando llegara el año 1992, el cachondeo de los dentistas, iba a terminar en España, lo de cobrarte un riñón y parte del otro por hacerte daño, eso se acabaría con la llegada -por fin-, de otros profesionales extranjeros, del resto de Europa, al abrirse las puertas a los trabajadores de otros países, vendrían muchos odontólogos y los pacientes consumidores saldríamos beneficiados ya que los precios serían más bajos. Pero la visión de futuro de mi amigo era como la de aquel futurólogo que fue atracado varias veces, no tenía ni puñetera idea. Aquí los únicos "dentistas" que vimos extranjeros, fueron aquellos de los años 80 que venían sin título (o con título más falso que el de Roldán), procedentes de países sudamericanos, que tocaron bocas por Leganés, Fuenlabrada, etc., aunque fueron descubiertos y largados a otros lares. También pudimos ver algún dentista en la película de Blake Edwads, 10, la mujer perfecta (una Bo Derek exuberante, un Dudley Moore como nosotros, pero con más pasta y un bolero de Ravel erotizante).

En mi pueblo llamaban "dientista" y "sacamuelas" a los estomatólogos de hoy, antes se decía: "Voy al sacamuelas a ver si me saca la del juicio, que me duele", ahora se oye: "Voy a la clínica dental que el estomatólogo me hará una endodoncia en una pieza, veremos si una periodoncia es suficiente para un diente y también miraremos si es mejor hacer un implante o poner una prótesis parcial de resina acrílica rígida".