OLVIDA LOS TAMBORES ..

 
 

pero que no calle el cantor

 
         
 

 

 
         
  Seguro que cuando Ana Diosdado escribió "olvida los tambores", no tenía ni idea que muchos años después, tras una transición de párvulos, tiempos con intentos de golpes de estado, décadas cargadas de ideologías cambiantes y un nuevo siglo XXI, concretamente en el año 2009, cuando el paro alcanzaba el máximo histórico, en la ciudad de Madrid, se prohibía que los aficionados a tocar los bongos, tambores y similares al aire libre del parque de Retiro, pudieran hacer sus ruidosas demostraciones públicas.  
         
  Era un 12 de octubre muy soleado y apetecible para dar una vuelta por ese Retiro madrileño que aporta todo tipo de actuaciones callejeras y gratuitas para el personal ocioso de estos espacios verdes.  
         
 

 

Los medios de comunicación informaban sobre la prohibición de tocar tambores, como en este caso la Cuatro.

 

 
 
 

En el centro de la capital si se permiten decibelios ensordecedores.

 

La noticia del día en el Retiro, era la prohibición de tocar los bongos a los morenitos, blanquitos y aceitunaditos en el parque, ya que además del estridente ruido que provocaban, parece ser que los tambores también servían de contraseña para camellos, traficantes y vendedores de sustancias prohibidas, es decir: algunos de los supuestos músicos, transmitían sus mensajes a los colegas que operaban en otros lugares del enorme jardín, cuando vislumbraban a la pasma.

Como amante de la música, debo reconocer que este tipo de expresión artística me dañaba los oídos, y entiendo las alabanzas de los que aprueban dicha prohibición, sin embargo, este veto, lamentablemente alcanza a otro tipo de artistas que no hacen ruido, que tratan de expresar su arte con canciones, versos, como los juglares de otros tiempos.

Paseando por el Retiro, vimos una soberbia actuación cerca del lago de las barcas, un joven bilbaíno, llamado Jon, como un moderno trovador, cantaba canciones de Cafrune, suave folcklore sudamericano, que los desocupados visitantes del parque aplaudían y disfrutaban con deleite, hasta que llegó silenciosamente un coche de la Policía Local, y un miembro, "invitó" al cantante a que dejara el improvisado escenario, y que callara por que las ordenanzas municipales lo prohibían.

Esa llamada de atención del agente, nos trajo recuerdos de tiempos pasados, cuando Ana Diosdado escribía lo de los tambores, y más en estos días en que ha desaparecido Mercedes Sosa:

"Si se calla el cantor calla la vida
porque la vida, la vida misma es todo un canto
si se calla el cantor, muere de espanto
la esperanza, la luz y la alegría."

Si se calla el cantor . . . calla la vida.

Tristemente el cantor tuvo que recoger su guitarra, y callar por el imperativo municipal de Madrid. El público que había escuchado las canciones, no entendía esta prohibición, aunque el artista llevaba un amplificador (para que se le pudiera oír sin romper su voz), el volumen era muy agradable, sin molestar a nadie, y el tipo de canción,  se podía escuchar a pesar de los enormes gritos de los alrededores, trompetas, saxos, etc., (no prohibidos), pero que podrían ser más molestos que la voz del cantante.

Como decíamos anteriormente, nos parece aceptable lo de los bongos y tambores, pero prohibir cantar a personas como Jon, que además de hacerlo bien, no molestaba a nadie, creemos que es muy lamentable, máxime cuando en el mismo día, unas horas después, permitieron un desfile por el centro de la ciudad donde circulaban camiones con enormes bafles, altavoces que emitían decibelios que se escuchaban a varios kilómetros, pudiendo causar  problemas de oídos a más de un ciudadano.

Como escribió Ana, olvidaremos los tambores, pero pedimos al Ayuntamiento, que no calle al cantor, porque es callar la vida.

 

El cantor nos deleitaba con sus canciones hasta que tuvo que callar.

 

 
 
 

En el centro de la capital si se permiten tambores, timbales y lo que sea.

 

 

 

 
         
 

prohibido el voceo

En verdad, si no fuera por la música, habría más razones para volverse loco.

Tchaikovskiy

cafeterías ruidosas

 
         
   
Todo esto era en  octubre de 2009, sin embargo unos meses después, pudimos ver y oír esto:

 

   
         
 

 

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